JUAN 11:28-44
JUAN 11:28-44 BLP
Dicho esto, Marta fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: —El Maestro está aquí y pregunta por ti. María se levantó rápidamente y salió al encuentro de Jesús, que no había entrado todavía en el pueblo, sino que estaba aún en el lugar en que Marta se había encontrado con él. Los judíos que estaban en casa con María, consolándola, al ver que se levantaba y salía muy deprisa, la siguieron, pensando que iría a la tumba de su hermano para llorar allí. Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y exclamó: —Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Jesús, al verla llorar a ella y a los judíos que la acompañaban, lanzó un suspiro y, profundamente emocionado, preguntó: —¿Dónde lo habéis sepultado? Ellos contestaron: —Ven a verlo, Señor. Jesús se echó a llorar, y los judíos allí presentes comentaban: —Bien se ve que lo quería de verdad. Pero algunos dijeron: —Y este, que dio vista al ciego, ¿no podría haber hecho algo para evitar la muerte de su amigo? Jesús, de nuevo profundamente emocionado, se acercó a la tumba. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra. Jesús les ordenó: —Quitad la piedra. Marta, la hermana del difunto, le advirtió: —Señor, tiene que oler ya, pues lleva sepultado cuatro días. Jesús le contestó: —¿No te he dicho que, si tienes fe, verás la gloria de Dios? Quitaron, pues, la piedra y Jesús, mirando al cielo, exclamó: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que me escuchas siempre; si me expreso así, es por los que están aquí, para que crean que tú me has enviado. Dicho esto, exclamó con voz potente: —¡Lázaro, sal afuera! Y salió el muerto con las manos y los pies ligados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: —Quitadle las vendas y dejadlo andar.