DANIEL 2:24-39
DANIEL 2:24-39 BLP
Daniel fue después donde estaba Arioc, a quien el rey había dado orden de ejecutar a los sabios de Babilonia, y le dijo: —No ejecutes a los sabios de Babilonia. Preséntame ante el rey y yo le interpretaré el sueño. Arioc llevó a Daniel sin pérdida de tiempo ante el rey, y le dijo: —He encontrado entre los deportados de Judá a uno que dice ser capaz de interpretar el sueño de su majestad. El rey dijo a Daniel (apodado Baltasar): —¿De verdad eres capaz de contarme el sueño que he tenido y de interpretarlo? Daniel respondió: —No hay ningún sabio, adivino, mago o astrólogo capaz de descifrarle a su majestad ese misterio. En cambio, hay un Dios en el cielo que revela misterios y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al final de los tiempos. El sueño y las visiones que tuviste mientras dormías son como siguen: —Majestad, mientras estabas acostado, reflexionabas intentando saber lo que sucederá en el futuro. Pues bien, el que revela misterios te ha dado a conocer lo que sucederá. A mí precisamente se me ha revelado este misterio, no porque mi sabiduría sea superior a la de los demás, sino para poner en conocimiento de su majestad la interpretación del sueño y para que comprendas los pensamientos que te turban. Majestad, la visión que tuviste es la siguiente: Ante ti se alzaba una estatua enorme, de brillo deslumbrante y aspecto terrible. La cabeza de la estatua era de oro puro, su pecho y brazos de plata, y su vientre y sus caderas de bronce; sus piernas eran de hierro, y sus pies mitad de hierro y mitad de barro. Mientras la contemplabas, se desprendió una piedra sin que interviniera fuerza alguna, chocó contra los pies de hierro y barro de la estatua y los hizo añicos. Al mismo tiempo, todo quedó pulverizado: el hierro con el barro, el bronce, la plata y el oro. Todo quedó como el tamo de la era que el viento arrebata en verano sin dejar rastro. Pero la piedra que había chocado contra la estatua se convirtió en una montaña enorme, que cubrió toda la tierra. Este fue el sueño. Ahora le ofreceremos a su majestad la interpretación. Tú, majestad, rey de reyes, has recibido del Dios del cielo imperio, poder, fuerza y gloria. Él ha puesto en tus manos a los seres humanos, las bestias del campo y las aves del cielo, allí donde habiten, y te ha dado dominio sobre todo ello. Eso quiere decir que tú eres la cabeza de oro. Después de ti surgirá otro reino inferior al tuyo, y a continuación un tercer reino de bronce que dominará toda la tierra.