Había en Jope una mujer creyente llamada Tabita, nombre que significa «Gacela». Se dedicaba por entero a hacer buenas obras y a socorrer a los necesitados. Pero uno de aquellos días cayó enferma y murió. Lavaron su cadáver y lo depositaron en la habitación del piso de arriba. Los discípulos de Jope, ciudad próxima a Lida, se enteraron de que Pedro se hallaba en esta última ciudad y enviaron urgentemente dos hombres con este ruego: —Ven a nuestra ciudad sin pérdida de tiempo. Pedro partió con ellos enseguida. Al llegar a Jope le hicieron subir a la habitación donde estaba la difunta. Allí se vio rodeado de viudas que, anegadas en lágrimas, le mostraban los vestidos y mantos que Gacela les hacía cuando estaba con ellas. Pedro hizo salir a todos y, arrodillándose, se puso a orar. Se acercó después al cadáver y dijo: —¡Tabita, levántate! Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó en el lecho. Él la tomó de la mano y la ayudó a ponerse en pie; llamó luego a las viudas y a los fieles, y se la presentó con vida. La noticia corrió por toda Jope, y fueron muchos los que creyeron en el Señor. Pedro se quedó una temporada en Jope, en casa de un tal Simón, que era curtidor.
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