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1 SAMUEL 10:1-16

1 SAMUEL 10:1-16 BLP

Entonces Samuel tomó la aceitera, la derramó sobre la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo: —El Señor te unge como jefe de su pueblo. Hoy mismo, cuando te separes de mí, encontrarás junto a la tumba de Raquel, en territorio de Benjamín, en Selsaj, a dos hombres que te dirán: «Han aparecido las asnas que saliste a buscar; pero ahora tu padre, que se ha olvidado del asunto de las asnas, está preocupado por vosotros y preguntándose qué podría hacer por su hijo». Sigue adelante y cuando llegues a la encina del Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Betel a dar culto a Dios, uno con tres cabritos, otro con tres panes y el otro con un pellejo de vino. Ellos te saludarán, te ofrecerán dos panes y tú se los aceptarás. Luego llegarás a Guibeá de Dios donde está el destacamento filisteo y, al entrar en la ciudad, te tropezarás con un grupo de profetas que bajan del santuario en trance profético, precedidos de arpas, tambores, flautas y cítaras. Entonces te invadirá el espíritu de Dios que te transformará en otra persona, y profetizarás con ellos. Cuando te hayan ocurrido estas señales, actúa como quieras, porque Dios está contigo. Luego desciende a Guilgal antes de que yo lo haga, pues también yo bajaré contigo para ofrecer holocaustos y sacrificios de comunión. Espera siete días hasta que me reúna contigo y te indique lo que tienes que hacer. En cuanto Saúl se dio la vuelta, despidiéndose de Samuel, Dios le cambió el corazón y aquel mismo día le ocurrieron todas estas señales. Cuando llegaron a Guibeá, les salió al encuentro un grupo de profetas. Entonces el espíritu de Dios invadió a Saúl y se puso a profetizar con ellos. Cuantos lo conocían de antes y lo veían ahora profetizando entre los profetas comentaban entre sí: —¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿También Saúl se ha hecho profeta? Y uno de ellos añadió: —¡A saber de quién serán esos! (De ahí viene el dicho: «¿También Saúl se ha hecho profeta?»). Cuando acabó de profetizar, Saúl volvió a su casa. Su tío les preguntó a él y a su criado: —¿Dónde habéis ido? Y él contestó: —A buscar las asnas; pero como no aparecían, fuimos a ver a Samuel. Su tío le dijo: —Cuéntame qué os ha dicho Samuel. Respondió: —Nos aseguró que las asnas habían aparecido. Pero no le mencionó nada del asunto de la realeza del que le había hablado Samuel.