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Jeremías 39:7-18

Jeremías 39:7-18 NVI

Luego mandó que a Sedequías le sacaran los ojos y le pusieran cadenas de bronce, para llevarlo a Babilonia. Los babilonios prendieron fuego al palacio real y a las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén. Finalmente Nabuzaradán, el comandante de la guardia, llevó cautivos a Babilonia tanto al resto de la población como a los desertores, es decir, a todos los que quedaban. Nabuzaradán, comandante de la guardia, solo dejó en el territorio de Judá a algunos de los más pobres, que no poseían nada. En aquel día les asignó campos y viñedos. En cuanto a Jeremías, el rey Nabucodonosor de Babilonia había dado la siguiente orden a Nabuzaradán, el comandante de la guardia: «Vigílalo bien, sin hacerle ningún daño, y atiende a todas sus necesidades». Nabuzaradán, comandante de la guardia, Nebusazbán, un oficial principal, Nergal Sarézer, un alto funcionario, y todos los demás oficiales del rey de Babilonia mandaron sacar a Jeremías del patio de la guardia y se lo confiaron a Guedalías hijo de Ajicán, nieto de Safán, para que lo llevaran de vuelta a su casa. Así Jeremías se quedó a vivir en medio del pueblo. Aún estaba Jeremías preso en el patio de la guardia cuando la palabra del SEÑOR vino a él: «Ve y dile a Ebedmélec, el etíope, que así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: “Voy a cumplir las palabras que anuncié contra esta ciudad, para mal y no para bien. En aquel día, tú serás testigo de todo esto. Pero en ese mismo día yo te rescataré —afirma el SEÑOR—, y no caerás en las manos de los hombres que temes. Porque ciertamente yo te libraré —afirma el SEÑOR—, y no caerás a filo de espada; antes bien, tu vida será tu botín, porque has confiado en mí”».