Isaías 52:1-12
Isaías 52:1-12 NVI
¡Despierta, Sión, despierta! ¡Revístete de poder! Jerusalén, ciudad santa, ponte tus vestidos de gala, que los incircuncisos e impuros no volverán a entrar en ti. ¡Sacúdete el polvo, Jerusalén! ¡Levántate, vuelve al trono! ¡Libérate de las cadenas de tu cuello, cautiva hija de Sión! Porque así dice el SEÑOR: «Fuisteis vendidos por nada, y sin dinero seréis redimidos». Porque así dice el SEÑOR omnipotente: «En tiempos pasados, mi pueblo descendió a Egipto y vivió allí; en estos últimos tiempos, Asiria los ha oprimido sin razón. »Y ahora —afirma el SEÑOR—, ¿qué estoy haciendo aquí? Sin motivo se han llevado a mi pueblo; sus gobernantes se mofan de él. No hay un solo momento en que mi nombre no lo blasfemen. Por eso mi pueblo conocerá mi nombre, y en aquel día sabrán que yo soy quien dice: “¡Aquí estoy!”» ¡Qué hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación, del que dice a Sión: «Tu Dios reina»! ¡Escucha! Tus centinelas alzan la voz, y juntos gritan de alegría, porque ven con sus propios ojos que el SEÑOR vuelve a Sión. Ruinas de Jerusalén, ¡prorrumpid juntas en canciones de alegría! Porque el SEÑOR ha consolado a su pueblo, ¡ha redimido a Jerusalén! El SEÑOR desnudará su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios. Vosotros, que transportáis los utensilios del SEÑOR, ¡poneos en marcha, salid de allí! ¡Salid de en medio de ella, purificaos! ¡No toquéis nada impuro! Pero no tendréis que apresuraros ni salir huyendo, porque el SEÑOR marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel os cubrirá la espalda!