Hebreos 6:1-12
Hebreos 6:1-12 NVI
Por eso, dejando a un lado las enseñanzas elementales acerca de Cristo, avancemos hacia la madurez. No volvamos a poner los fundamentos, tales como el arrepentimiento de las obras que conducen a la muerte, la fe en Dios, la instrucción sobre bautismos, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y el juicio eterno. Así procederemos, si Dios lo permite. Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado. Es imposible, porque así vuelven a crucificar, para su propio mal, al Hijo de Dios, y lo exponen a la vergüenza pública. Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella, y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios. En cambio, cuando produce espinos y cardos, no vale nada; está a punto de ser maldecida y acabará por ser quemada. En cuanto a vosotros, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que os espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación. Porque Dios no es injusto como para olvidarse de las obras y del amor que, para su gloria, vosotros habéis mostrado sirviendo a los santos, como lo seguís haciendo. Deseamos, sin embargo, que cada uno de vosotros siga mostrando ese mismo empeño hasta la realización final y completa de su esperanza. No seáis perezosos; más bien, imitad a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.