En realidad, os conviene que me vaya. Porque si no me voy, el Abogado defensor, es decir, el Espíritu no vendrá a vosotros; en cambio, si me voy, yo os lo enviaré.
Cuando el Espíritu venga, hará ver a los de este mundo que no creer en mí es pecado. También les hará ver que yo no he hecho nada malo, y que soy inocente. Finalmente, el Espíritu mostrará que Dios ya ha juzgado al que gobierna este mundo, y lo castigará. Yo, por mi parte, regreso a mi Padre, y vosotros ya no me veréis.