Algunas veces en sueños,
otras veces en visiones nocturnas,
cuando caemos en un sopor profundo,
o cuando dormitamos en el lecho,
él nos habla al oído
y nos aterra con sus advertencias,
para apartarnos de hacer lo malo
y alejarnos de la soberbia;
para librarnos de caer en el sepulcro
y de cruzar el umbral de la muerte.