En ese momento sentí que algo dentro de mí me hacía levantarme, y pude oír que Dios me daba este encargo:
«Tú, Ezequiel, llevarás de mi parte un mensaje a los israelitas. Son un pueblo muy desobediente, se parecen a las naciones que no confían en mí. Tanto sus antepasados como ellos y sus hijos son muy rebeldes, necios e incorregibles. Hasta el día de hoy son así.
»Voy a enviarte a ellos, para que les digas lo que yo quiero que hagan.