EL NUEVO TESTAMENTO Según el Texto Bizantino 2005, ed. Robinson-Pierpont Usado con permiso Traducido Directamente del Griego Original por Louis R. Tyler, M.A., M.Div., Ph.D. Edición IV Revisada y Corregida Editado por Diane Morrell, Ruth Evelyn Fernández y Lawrence B. Windle, M.A., D.Th. INSTITUTO BÍBLICO RÍO GRANDE EDINBURG, TEXAS © 2014, 2016, 2019, 2021 EDITORIAL RÍO GRANDE EDINBURG, TEXAS

Segun el Texto Bizantino 2005

<div class="version vid3539 iso6393spa" data-vid="3539" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkLUK">
 <div class="chapter ch7" data-usfm="LUK.7">
 <div class="label">7</div><div class="s1">Jes&#250;s sana al siervo de un centuri&#243;n</div><div class="p"> 1Cuando, pues, termin&#243; todas sus palabras a los del pueblo, entr&#243; en Caperna&#250;m. 2Y el siervo de un centuri&#243;n, a quien este ten&#237;a en estima, estaba enfermo y a punto de morir. 3Y cuando oy&#243; de Jes&#250;s, le envi&#243; unos ancianos de los jud&#237;os, pidi&#233;ndole que viniese y sanase a su siervo. 4Y viniendo ellos a Jes&#250;s, le rogaban con insistencia, diciendo: Es digno de que le concedas esto; 5porque ama a nuestra naci&#243;n, y nuestra sinagoga nos la edific&#243;.</div><div class="p"> 6Y Jes&#250;s fue con ellos. Pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centuri&#243;n le envi&#243; unos amigos, dici&#233;ndole: Se&#241;or, no te molestes; porque no soy digno de que entres bajo mi techo; 7por lo cual ni siquiera me consider&#233; digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo ser&#225;#NU sea. sano. 8Porque tambi&#233;n yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo, y le digo a este: Ve, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9Y al o&#237;r esto, Jes&#250;s se maravill&#243; de &#233;l, y volvi&#233;ndose, dijo a la multitud que le segu&#237;a: Os digo que ni siquiera en Israel he hallado tanta fe. 10Y volviendo a casa los que hab&#237;an sido enviados, hallaron sano al siervo #NU omite el resto del vers&#237;culo.que hab&#237;a estado enfermo.</div><div class="s1">Jes&#250;s resucita al hijo de la viuda de Na&#237;n</div><div class="p"> 11Y sucedi&#243; al d&#237;a siguiente, que fue a una ciudad llamada Na&#237;n; e iban con &#233;l muchos#Lit. bastantes; NU omite bastantes. de sus disc&#237;pulos, y una gran multitud. 12Cuando, pues, lleg&#243; cerca de la puerta de la ciudad, he aqu&#237; que llevaban a enterrar a un muerto, hijo &#250;nico de su madre, la cual era viuda; y hab&#237;a con ella bastante gente de la ciudad. 13Y al verla el Se&#241;or, se compadeci&#243; de ella, y le dijo: No llores. 14Entonces acerc&#225;ndose, toc&#243; el f&#233;retro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo: &#161;Lev&#225;ntate! 15Entonces se incorpor&#243; el que hab&#237;a muerto, y empez&#243; a hablar. Y se lo dio a su madre. 16Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y Dios ha visitado a su pueblo. 17Y esta fama de &#233;l se divulg&#243; por toda Judea, y en toda la regi&#243;n circunvecina.</div><div class="s1">Juan el bautista env&#237;a mensajeros a Jes&#250;s</div><div class="p"> 18Y los disc&#237;pulos de Juan le informaron de todas estas cosas. 19Llamando, pues, Juan a dos de sus disc&#237;pulos, los envi&#243; a Jes&#250;s,#NU al Se&#241;or. para preguntarle: &#191;T&#250; eres aquel que hab&#237;a de venir, o esperamos a otro? 20Y cuando los hombres llegaron a &#233;l, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado#NU nos envi&#243;. a ti, para preguntarte: &#191;T&#250; eres el que hab&#237;a de venir, o esperamos a otro? 21En esa misma hora#NU En aquella hora. san&#243; a muchos de enfermedades y dolencias y de esp&#237;ritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. 22Y contestando Jes&#250;s,#NU omite Jes&#250;s. les dijo: Id y haced saber a Juan lo que hab&#233;is visto y o&#237;do: que#NU omite que. los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia el evangelio;#Isa&#237;as 35.5, 6; 61.1. 23y bienaventurado es el que no halle tropiezo en m&#237;.</div><div class="p"> 24Y cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenz&#243; a hablar a las multitudes acerca de Juan: &#191;Qu&#233; salisteis a ver al desierto? &#191;Una ca&#241;a sacudida por el viento? 25Pero &#191;qu&#233; salisteis a ver? &#191;A un hombre cubierto de vestiduras finas? He aqu&#237;, los que llevan ropa lujosa y viven en deleites, est&#225;n en los palacios de los reyes.</div><div class="p"> 26Pero &#191;qu&#233; salisteis a ver? &#191;A un profeta? S&#237;, os digo, y m&#225;s que profeta. 27Este es de quien est&#225; escrito:</div><div class="q1">He aqu&#237;, yo#NU omite yo. env&#237;o mi mensajero delante de tu rostro,</div><div class="q1">El cual preparar&#225; tu camino delante de ti.#Malaqu&#237;as 3.1.</div><div class="p"> 28Porque#NU omite Porque. os digo que entre los nacidos de mujer no hay mayor profeta que Juan el Bautista;#NU no hay mayor que Juan. pero el m&#225;s peque&#241;o en el reino de Dios es mayor que &#233;l.</div><div class="p"> 29Y todo el pueblo y los publicanos, al o&#237;rle, justificaron a Dios,#Reconocieron la justicia de Dios. bautiz&#225;ndose con el bautismo de Juan. 30Pero los fariseos y los int&#233;rpretes de la ley rechazaron la voluntad de Dios para s&#237; mismos, no siendo bautizados por &#233;l.#Es decir, por Juan.</div><div class="p"> 31 # TR agrega al principio del vers&#237;culo Y dijo el Se&#241;or. &#191;A qu&#233;, pues, comparar&#233; los hombres de esta generaci&#243;n, y a qu&#233; son semejantes? 32Son semejantes a los muchachos sentados en la plaza, que se llaman unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os#NU omite os. entonamos canciones de duelo, y no llorasteis. 33Porque ha venido Juan el Bautista, que no com&#237;a pan ni beb&#237;a vino, y dec&#237;s: &#161;Demonio tiene! 34Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dec&#237;s: &#161;He aqu&#237; un hombre comil&#243;n y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores! 35Y la sabidur&#237;a es justificada por todos sus hijos.</div><div class="s1">Jes&#250;s perdona a una mujer pecadora</div><div class="p"> 36Y uno de los fariseos le ped&#237;a que comiera con &#233;l; y entrando en la casa del fariseo, se sent&#243; a la mesa. 37Y he aqu&#237;, una mujer en la ciudad, que era pecadora, cuando supo que &#233;l estaba a la mesa en la casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38y estando detr&#225;s de &#233;l a sus pies, llorando, empez&#243; a regar sus pies con l&#225;grimas, y los enjugaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ung&#237;a con el perfume. 39Y al verlo el fariseo que le hab&#237;a invitado, habl&#243; entre s&#237;, diciendo: Este, si fuera profeta, sabr&#237;a qui&#233;n y qu&#233; clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.</div><div class="p"> 40Y contestando Jes&#250;s, le dijo: Sim&#243;n, tengo algo que decirte. Y &#233;l dijo: Di, Maestro. 41Cierto prestamista ten&#237;a dos deudores; el uno deb&#237;a quinientos denarios, y el otro cincuenta. 42Y#NU omite Y. no teniendo estos con qu&#233; pagar, perdon&#243; a ambos. Di,#NU omite Di. pues, &#191;cu&#225;l de ellos le amar&#225; m&#225;s? 43Y#NU omite Y. respondiendo Sim&#243;n, dijo: Supongo que aquel a quien le perdon&#243; m&#225;s. Y &#233;l le dijo: Rectamente has juzgado.</div><div class="p"> 44Y volvi&#233;ndose hacia la mujer, le dijo a Sim&#243;n: &#191;Ves a esta mujer? Entr&#233; en tu casa, y no me diste agua para mis pies; pero ella ha mojado mis pies con sus l&#225;grimas, y los ha enjugado con los cabellos de su cabeza.#NU con sus cabellos. 45No me diste beso#Costumbre de saludo.; pero ella, desde que entr&#233;, no ha cesado de besar mis pies. 46No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con ung&#252;ento mis pies. 47Por lo cual te digo que sus muchos pecados le han sido perdonados, porque am&#243; mucho; pero a quien se le perdona poco, poco ama. 48Y a ella le dijo: Tus pecados han sido perdonados. 49Y los que estaban a la mesa empezaron a decir entre s&#237;: &#191;Qui&#233;n es este, que hasta perdona pecados? 50Pero le dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; ve en paz.</div>
 </div>
 </div>
</div>

Cuando, pues, terminó todas sus palabras a los del pueblo, entró en Capernaúm. Y el siervo de un centurión, a quien este tenía en estima, estaba enfermo y a punto de morir. Y cuando oyó de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniese y sanase a su siervo. Y viniendo ellos a Jesús, le rogaban con insistencia, diciendo: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nuestra sinagoga nos la edificó.
Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión le envió unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes; porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo cual ni siquiera me consideré digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mi cargo, y le digo a este: Ve, y va; y a otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Y al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la multitud que le seguía: Os digo que ni siquiera en Israel he hallado tanta fe. Y volviendo a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.

Y sucedió al día siguiente, que fue a una ciudad llamada Naín; e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. Cuando, pues, llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella bastante gente de la ciudad. Y al verla el Señor, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Entonces acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate! Entonces se incorporó el que había muerto, y empezó a hablar. Y se lo dio a su madre. Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y Dios ha visitado a su pueblo. Y esta fama de él se divulgó por toda Judea, y en toda la región circunvecina.

Y los discípulos de Juan le informaron de todas estas cosas. Llamando, pues, Juan a dos de sus discípulos, los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Tú eres aquel que había de venir, o esperamos a otro? Y cuando los hombres llegaron a él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: ¿Tú eres el que había de venir, o esperamos a otro? En esa misma hora sanó a muchos de enfermedades y dolencias y de espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la vista. Y contestando Jesús, les dijo: Id y haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncia el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.
Y cuando se fueron los mensajeros de Juan, comenzó a hablar a las multitudes acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras finas? He aquí, los que llevan ropa lujosa y viven en deleites, están en los palacios de los reyes.
Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu rostro,
El cual preparará tu camino delante de ti.
Porque os digo que entre los nacidos de mujer no hay mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él.
Y todo el pueblo y los publicanos, al oírle, justificaron a Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los intérpretes de la ley rechazaron la voluntad de Dios para sí mismos, no siendo bautizados por él.
¿A qué, pues, compararé los hombres de esta generación, y a qué son semejantes? Son semejantes a los muchachos sentados en la plaza, que se llaman unos a otros y dicen: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os entonamos canciones de duelo, y no llorasteis. Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: ¡Demonio tiene! Ha venido el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: ¡He aquí un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores! Y la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Y uno de los fariseos le pedía que comiera con él; y entrando en la casa del fariseo, se sentó a la mesa. Y he aquí, una mujer en la ciudad, que era pecadora, cuando supo que él estaba a la mesa en la casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, empezó a regar sus pies con lágrimas, y los enjugaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Y al verlo el fariseo que le había invitado, habló entre sí, diciendo: Este, si fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
Y contestando Jesús, le dijo: Simón, tengo algo que decirte. Y él dijo: Di, Maestro. Cierto prestamista tenía dos deudores; el uno debía quinientos denarios, y el otro cincuenta. Y no teniendo estos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? Y respondiendo Simón, dijo: Supongo que aquel a quien le perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
Y volviéndose hacia la mujer, le dijo a Simón: ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; pero ella ha mojado mis pies con sus lágrimas, y los ha enjugado con los cabellos de su cabeza. No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con ungüento mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le han sido perdonados, porque amó mucho; pero a quien se le perdona poco, poco ama. Y a ella le dijo: Tus pecados han sido perdonados. Y los que estaban a la mesa empezaron a decir entre sí: ¿Quién es este, que hasta perdona pecados? Pero le dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado; ve en paz.

گوێگرتن لە LUCAS 7