Sus pies corren al mal,
y se apresuran a derramar sangre inocente;
sus pensamientos son pensamientos de iniquidad,
desolación y destrucción hay en sus caminos.
Camino de paz no conocen,
y no hay justicia en sus senderos;
han torcido a su favor las sendas,
cualquiera que ande en ellas no conoce la paz.
Por tanto el derecho está lejos de nosotros,
y no nos alcanza la justicia;
esperamos luz, y he aquí tinieblas,
claridad, pero andamos en oscuridad.
Vamos palpando la pared como ciegos,
y andamos a tientas como los que no tienen ojos;
tropezamos al mediodía como al anochecer,
entre los robustos somos como muertos.
Todos nosotros gruñimos como osos,
y gemimos tristemente como palomas;
esperamos la justicia, pero no la hay,
la salvación, pero está lejos de nosotros.
Porque se han multiplicado nuestras transgresiones delante de ti,
y nuestros pecados testifican contra nosotros;
porque nuestras transgresiones están con nosotros,
y conocemos nuestras iniquidades:
transgredir y negar al SEÑOR,
apartarse de nuestro Dios,
hablar de opresión y rebelión,
concebir y proferir en el corazón palabras mentirosas.
Se ha vuelto atrás el derecho,
y la justicia permanece lejos;
porque ha tropezado en la plaza la verdad,
y la rectitud no puede entrar.
Sí, falta la verdad,
y el que se aparta del mal es hecho presa.
Y lo vio el SEÑOR,
y desagradó a sus ojos que no hubiera derecho.
Vio que no había nadie,
y se asombró de que no hubiera quien intercediera.
Entonces su brazo le trajo salvación,
y su justicia le sostuvo.
Se puso la justicia como coraza,
y el yelmo de salvación en su cabeza;
como vestidura se puso ropas de venganza,
y se envolvió de celo como de un manto.
Conforme a los hechos, así Él pagará:
furor para sus adversarios, justo pago para sus enemigos;
a las islas dará su pago.