ROMANOS 8:16-25
ROMANOS 8:16-25 TCB
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con Él, también seremos glorificados con Él. Pues estoy convencido de que no se pueden comparar estos sufrimientos actuales, con el futuro de esperanza que nos será revelado; porque la creación aguarda con anhelo profundo y ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. La creación no pudo alcanzar su propósito original, pero no porque lo haya querido de forma voluntaria, sino que fue sometida por causa de la vanidad del hombre, sin embargo, aún hay esperanza, por eso la creación será liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que hasta ahora toda la creación gime, como si tuviera dolores de parto; no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos el Espíritu como garantía, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos y la redención de nuestro cuerpo. Porque fuimos salvos en esa esperanza, pero una esperanza que se ve no es realmente una esperanza, ¿para qué esperar lo que ya se ve? En cambio, nosotros estamos esperando lo que aún no podemos ver y lo esperamos con paciencia, que es una virtud de la esperanza.