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Sabiduría 14:7-31

Sabiduría 14:7-31 TLAI

¡Alabado sea Dios por la madera que se usa para el bien! Pero maldito sea el ídolo hecho por manos humanas. Que les vaya mal al ídolo y a quien lo hizo: al ídolo por ser adorado como un dios, a pesar de que se pudre, y al hombre por haberlo fabricado. Dios odia el mal y también al que lo hace. Por eso Dios castigará al malvado y a sus obras de maldad. Dios destruirá los ídolos de los pueblos que no lo conocen. En esas naciones, la gente adora las cosas que Dios creó; por eso Dios los desprecia. Esa gente aleja a otros de Dios y desvía a los tontos del buen camino. La fabricación de ídolos hizo que la gente dejara de adorar a Dios. Por eso Dios los castigó matándolos con el diluvio. Los ídolos no tienen vida, y nunca la tendrán. Como son obra de hombres y mujeres, pronto Dios los hará desaparecer. Pongamos otro ejemplo: Un padre, afligido por la muerte de su joven hijo, manda a hacer una imagen del hijo muerto. Después adora a esa imagen y pide a la familia que también la adore. De esta manera, lo que antes era un cadáver, se convierte en un dios. Después de mucho tiempo, esa mala costumbre se hace ley, y todos tienen que cumplirla. Las estatuas de los gobernantes también son adoradas, porque ellos mismos hacen que la gente las adore. Además, los que viven lejos hacen una imagen parecida al rey porque no pueden adorarlo personalmente. De esa manera adoran a la imagen como si el rey estuviera presente. El artista, movido por su ambición, hace que los que no conocen al rey, también lo adoren. Por su deseo de agradar al rey, el artista se esmera en hacerle una imagen más hermosa de lo que el rey es. Así la gente termina por considerar dioses a los que antes solo tenía por hombres. Esto se convirtió en trampa para muchos, porque les dieron a la madera y a la piedra la adoración que solo merece el Dios verdadero. No contentos con su error de adorar a dioses falsos, su ignorancia los lleva a participar en violentas guerras en nombre de la paz. Además, ofrecen en sacrificio a los niños, y practican cultos extraños con mucho sexo y borrachera. La vida tiene poco precio y no se respeta el matrimonio; se matan a traición unos a otros, y son infieles a sus esposas. Todo es confusión, muerte y asesinato, infidelidad, engaño y mentira. Nadie sabe qué es bueno y qué es malo; nadie agradece los favores, ni se preocupan por los demás. Son inmorales y perversos sexuales, y así destruyen sus propias familias. El culto a esos ídolos horribles es el origen, la causa y el fin de todo mal. Los que adoran a los ídolos celebran fiestas alocadas, anuncian noticias falsas, practican la injusticia y hacen juramentos falsos. Como confían en ídolos muertos, piensan que jurar en falso no les traerá ningún mal. Pero serán condenados, por no reconocer al Dios verdadero, y por despreciar lo más sagrado con sus falsos juramentos. Los ídolos no castigan; ¡no tienen poder para hacerlo! Pero Dios no dejará sin castigo a los que practican la maldad.

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