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Eclesiástico 29:4-23

Eclesiástico 29:4-23 TLAI

Hay muchos que piden prestado, y creen que el préstamo es un regalo. Son amables cuando reciben, pero groseros a la hora de pagar. En el mejor de los casos, pagan solo la mitad y creen que hacen un favor; en el peor de los casos, ¡se pierde el dinero y se gana un enemigo, quien para colmo te ofende! Por eso muchos no quieren prestar, por miedo a perder lo que tienen. Tú debes ayudar a los pobres y dar limosna sin pensarlo mucho. Cumple los mandamientos: No dejes que el necesitado se vaya con las manos vacías. El dinero escondido se pudre; vale más que lo pierdas por un hermano o un amigo. Haz con tus riquezas lo que te manda el Dios altísimo, y te rendirán más que el oro. En vez de amontonar dinero, repártelo entre los pobres, y te librarás de todo mal; ellos te defenderán de tus enemigos mejor que un escudo o una lanza. El hombre de buen corazón sale fiador de su prójimo, pero el que no tiene vergüenza lo deja abandonado a su suerte. Cuando alguien te haga un favor, no olvides que se arriesgó por ti. Pero hay gente malvada, y además malagradecida, que gasta el dinero de su fiador y abandona a quien lo salvó. Por dar fianza a otros, mucha gente de buena posición perdió todo lo que tenía y tuvo que abandonar su país. Hasta donde te sea posible, tú debes ayudar a tu prójimo; pero ten cuidado de no perderlo todo. Para vivir debemos tener agua, comida, ropa y techo. Más vale vivir en la pobreza bajo tu propio techo, que comer como rico en casa ajena. Cuando uno vive feliz con lo poco o mucho que tiene, nunca oye ningún reproche de nadie.

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