Pues esto dice el Alto y Excelso,
el que vive por siempre, de nombre Santo:
Yo habito en las alturas sagradas,
pero miro por humildes y abatidos,
para reanimar el espíritu abatido,
para reanimar el corazón humillado.
No estaré siempre con pleitos,
no me irritaré de continuo,
pues ante mí sucumbiría el espíritu,
el hálito de vida que he creado.