Por la fe Moisés, cuando llegó a ser grande, rehusó ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió, más bien, recibir maltrato junto con el pueblo de Dios que gozar por un tiempo de los placeres del pecado. Él consideró el oprobio por Cristo como riquezas superiores a los tesoros de los egipcios, porque fijaba la mirada en el galardón. Por la fe abandonó Egipto sin temer la ira del rey porque se mantuvo como quien ve al Invisible.