4-7 (5-8) Entonces los hombres de David le dijeron:
—¿Te acuerdas que Dios te prometió que te vengarías de tu enemigo, y que le harías lo que quisieras? Pues bien, ¡ahora es cuando debes hacerlo!
Pero David les respondió:
—¡Que Dios me libre de hacerle algo a mi señor el rey! ¡Nunca le haré daño, pues Dios mismo lo eligió como rey! ¡Sobre su cabeza se derramó aceite, como señal de la elección de Dios!
Y aunque David les prohibió a sus hombres atacar a Saúl, él mismo se acercó en silencio a donde estaba Saúl, y cortó un pedazo de la orilla de su manto. Sin embargo, más tarde pensó que no debía haberlo hecho.
En cuanto Saúl terminó, se levantó y salió de la cueva para seguir su camino.