Cada persona del grupo debe tener un lápiz, una hoja de papel y crear 6 columnas con los siguientes títulos: animal, color, nombre propio, lugar, comida y personaje bíblico. Alguien dice una letra y todos empiezan a escribir una palabra en cada columna que empiece por esa letra. El primero que acabe lo avisa y todos levantan las manos del papel. Entonces se puntúa por cada palabra escrita. Gana el que más puntos obtenga.

Con la opción de pizarra o compartir pantalla y un programa de diseño, una persona del grupo debe dibujar algo y el resto averiguar qué es. Gana el que tarde menos tiempo en averiguarlo y pasa a esa persona el turno.

Se elige una categoría (películas, famosos, personajes bíblicos, etc.)

1 persona actúa con mímica y con el micrófono muteado y los demás deben adivinar quién/qué es. Cambia el turno a el que adivina.

Una persona elige un color (lo enseña en la cámara) y un tema. Entonces todos tienen que decir una palabra que corresponda a ese tema y con ese color. Por ejemplo: Amarillo y Fruta. Algunas respuestas: Plátano, Piña o Limón.

Averiguar de qué refrán se trata explicado con Emojis. Para hacerlo, comparte pantalla o manda la imagen de los emojis. Gana el que antes acierte cada refrán. Ejemplos de refranes con emojis aquí

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Utiliza esta aplicación, YouVersion, para orar por diferentes temas con tu grupo.

Haz uno o varios devocionales en esta aplicación.

Podrás seguir un plan de lectura en grupo y compartir notas con todos los que quieras. A continuación te dejamos el enlace de 3 devocionales

Preocupación, frustración, enojo, depresión, duda… ¿Te suenan familiar? Si tu respuesta es sí, entonces pongámonos en acción para lograr derrumbar todas aquellas fortalezas que el enemigo ha ido levantando poco a poco en nuestra mente. Para empezar la renovación de nuestra mente, primero debemos reconocer su vital importancia (Romanos 8:6). 2 Corintios 10:3-5 nos da la clave para tener una buena salud mental y emocional. Armarnos de la Palabra de Dios y alabar y orar en cada momento, llenándonos de la presencia del Señor y de su Santo Espíritu. Cuando vengan las mentiras del enemigo a atacarnos, entonces lograremos tener control sobre nuestra mente y encontrar libertad y paz. Esta es una lucha espiritual, pero Dios combate a nuestro lado. En Él tenemos la victoria.

Padre, toma el control de cada uno de mis pensamientos. Espíritu Santo renueva mi mente. Quita todo lo que no te pertenece. Declaro tener pensamientos de vida, de paz y de gozo. En el nombre de Jesús. Amén.

Durante la noche, justo antes de su arresto y juicio, Jesús habló tiernamente con sus discípulos y les dijo “no tardaré en irme, pero no os dejaré solos, pediré al padre y Él os dará otro consolador, que morará con vosotros en mi ausencia” Juan 14:16-18. Jesús hace su primera promesa a sus discípulos sobre un "abogado defensor" que estará siempre a su lado. ¡El Espíritu Santo! Él vive en nosotros y nos guiará siempre en la verdad. Es la voz de Dios que nos consuela, nos aconseja y nos anima. Nos acompaña en nuestro día a día. Tendremos su ayuda para siempre. Pero la Biblia también nos insta a buscarlo y conocerlo (Juan 14:17). ¡Qué gran bendición tenerlo con nosotros!

Espíritu santo ven. Habita en nuestros corazones. Queremos más de tu amor y tu presencia. Queremos ser sensibles y obedientes a tu voz. Gracias por estar con nosotros cada día de nuestras vidas. En el nombre de Jesús. Amén.

La luz nos da claridad. Nos hace saber quiénes somos, dónde estamos, dónde vamos y quién está con nosotros. La luz nos hace ver nuestro entorno, analizar las circunstancias y tomar decisiones sabias. La luz es sinónimo de Jesús. Así que lo único que necesitamos cuando no vemos con claridad, cuando no sabemos a dónde vamos o quién está con nosotros, es pedirle a Jesús que reine sobre nuestra vida y nuestra circunstancia. Su Palabra en Mateo 5:14 dice que nosotros somos la luz del mundo. Pero si la luz viaja a 300.000 k/h y nosotros somos la “luz del mundo” ¿Por qué a veces, como Iglesia, viajamos tan lento? Es el momento de brillar en donde hay oscuridad.

Gracias Jesús porque has depositado en mí tu luz. Gracias porque tú eres luz en mis momentos más oscuros. Ahora te pido que me equipes y aumentes el brillo de tu amor en mí, para poderlo llevar a los lugares de más oscuridad y traer tu esperanza, paz y amor. En tu nombre. Amén.

Sin duda alguna, todas las luces brillan en esta vida, pero no todas las luces brillan para alumbrar a otros. Muchas veces es necesario pasar por momentos de oscuridad para entender que necesitábamos encender la luz de Jesús en nuestras vidas. La luz de una linterna sólo alumbra su propio camino. La luz de una vela ilumina a su alrededor, pero con el viento se apaga fácilmente. La luz de una bombilla siempre está estática, sin moverse. La luz de un flash se ilumina a la misma velocidad que se apaga. Pero sin duda alguna, la Palabra de Dios dice que Jesús es la luz que las tinieblas no han podido apagar jamás. Jesús deposita esta luz en nosotros para poder encender a otros con el amor de Jesús.

Señor Jesús, gracias por ser la luz de mi vida. Gracias por que alumbras mi camino, me recuerdas quién soy y con quién ando. Te pido que, día a día, me llenes de tu luz para poder alumbrar a otros en sus momentos oscuros, y así hablarles de tu amor y tu luz inagotable. En tu nombre. Amén.

El sentimiento de abandono es uno de los más tristes que puede experimentar el ser humano. Sentirse solo, vulnerable y desamparado. Jesús lo sintió cuando estando en la cruz expresó “Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”) Mateo 27:46. En sus últimos momentos de vida, golpeado, agonizante, clavado en esa cruz, se sintió solo y murió abandonado. ¿Por qué? Porque en ese momento llevaba sobre Él todo el pecado del mundo. Todo el pecado tuyo y mío, y esa suma incontable de transgresiones lo separó de la santidad de Dios. Lo maravilloso de esto, es que al tercer día resucitó y al reunirse con sus discípulos expresó lo siguiente “De una cosa podrán estar seguros: Estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” Mateo 28:20. Nuestros pecados ya no nos separan de Dios, porque Jesús pagó por ellos. Su sangre los cubrió, nos redimió y garantizó estar con nosotros para SIEMPRE. No estás solo. Aunque muchos se hayan ido y muchas cosas hayas perdido, Jesús siempre permanece.

Señor Jesús, gracias por morir en la cruz por mí, llevando mis pecados. Perdóname por cada uno de ellos. Gracias porque hoy puedo disfrutar tu presencia, porque sé que estás conmigo para siempre. Hoy renuncio a la soledad y a la tristeza y me aferro a ti. Amén.

Esa la promesa que muchos queremos escuchar o que incluso muchas veces nuestros amigos o seres queridos nos han hecho: “nunca te dejaré”. Pero la verdad es que es imposible cumplirlo. La muerte, la distancia, las ocupaciones, o incluso solo el hecho de estar sin datos móviles, hacen que justo no estén en el momento que más lo necesitemos. El único que realmente puede prometernos sol y cumplirlo es Dios, quien es Eterno y Omnipresente (está en todo lugar). De no hecho, no solo es el único que puede prometerlo, sino que lo hizo, y a lo largo de la Biblia nos lo recuerda en varias ocasiones (Josué 1:5, Salmos 94:14, Juan 14:16, Mateo 28:20, Isaías 41:17). Cuando el enemigo te haga creer que estás solo, ve a la Palabra y aférrate en sus promesas. Dios está ahí a tu lado, aunque no lo veas. Él lo prometió y Él no miente. Semana Santa es una buena época para recordar que nuestro Dios envió a su hijo a morir por nosotros, pagando un precio para que estemos con Él por la eternidad.

Gracias Dios porque tú nunca me abandonas. Estás conmigo siempre. Es maravilloso refugiarme en tus promesas y vivir bajo tu compañía. Ayúdame a disfrutarte cada día de vida que me das y habitar en tu presencia. Amén.